EL PODER EN ROMA
Como cabeza de una institución global milenaria, el papa Francisco no es solo un líder religioso sino una figura central en la diplomacia y el trabajo humanitario internacional
Giorgia Meloni, Primera Ministra Italiana, visitó al Papa en los primeros
días de hospitalización.
POR PABLO ABUNDIZ
@pabundiz21.
A sus 88 años, Jorge Mario Bergoglio, sumo pontífice de la Iglesia Católica que ha tomado el nombre de Francisco I, sigue hospitalizado y millones de fieles a lo largo del mundo están atentos al desarrollo de su salud, al ser representante de una de las instituciones más antiguas del mundo.
Con mil 300 millones de católicos en los cinco continentes, líderes de todo el mundo han enviado sus buenos deseos por la pronta recuperación del papa. Desde todos los polos del espectro político, de la derecha europea con Giorgia Meloni, primera ministra italiana que visitó a Bergoglio en el hospital, hasta el progresismo latinoamericano con Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil y quien en un mensaje recordó el trabajo social del sumo pontífice, la influencia de la figura central de la Santa Sede es palpable en casi todo el mundo.
Más allá de un líder religioso, Francisco I es también un jefe de Estado. Aunque el Vaticano es el país más pequeño del mundo, su doble naturaleza de Estado e institución religiosa brinda a su soberano, el papa, la inusual posición de ser un mediador en disputas internacionales al tiempo que sus discursos en forma de oraciones son amplificadas por los millones que comparten su fé.
Crítico a políticas de Trump
Poco antes de su hospitalización, el papa Francisco utilizó su plataforma para criticar las políticas migratorias de la administración estadounidense de Donald Trump, y aún postrado en cama contempló el tercer aniversario de la guerra en Ucrania y llamó por el fin del conflicto.
Si bien la autoridad de la Santa Sede como actor político ha disminuido conforme el mundo transita a la secularización, el doctor Felípe Gaytan Alcalá, investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad La Salle, opina que existe una paradoja entre la prevalencia de su poder político y su autoridad moral.
“El papel diplomático del Vaticano es muy importante, sobre todo porque la voz del papa y los religiosos en el mundo todavía tiene mucha fuerza a pesar de que ha disminuido el número de católicos en el mundo.
“La figura del papa es una figura moral y su diplomacia no se da por canales políticos sino a partir de premisas morales; es decir, tratar de conseguir el bien, por lo que se invoca al Vaticano como mediador de conflictos. Ha estado presente en Ucrania, en Colombia y en África ha estado muy activo como actor diplomático”, anota el especialista.
El doctor Gaytan agrega que pese al preponderante papel del Sumo Pontífice, el Vaticano, como cualquier otro Estado, tiene una estructura diplomática con la cual efectúa su agenda; sin embargo, a diferencia del resto de los países, los represen-tantes del papa cuentan con la facultad de habilitar a los organismos institucionales ya en el terreno y organizar conferencias episcopales en cada uno de los países donde trabajan para formar parte del trabajo diplomático, por lo que pueden efectuar vías diplomáticas formales al mismo tiempo que ejercen una agenda local.
El trabajo caritativo de la iglesia
Más allá del trabajo diplomático ejercido desde la Santa Sede, la institución católica es el proveedor no gubernamental de educación y servicios médicos más grande del mundo.
Con casi dos mil años de historia y misioneros en todo el globo, las organizaciones caritativas del Vaticano operan más de 140 mil escuelas, 10 mil orfanatos, cinco mil hospitales y 16 mil clínicas de salud en todo el mundo. Con una inversión estimada en cinco mil millones de dólares anuales, la Santa Sede es una de las instituciones humanitarias más grandes del planeta.
El doctor Gaytán señala que la ayuda ofrecida por el Vaticano está incluida en los principios morales de la iglesia, por lo que, como cualquier otra organización, tiene parámetros para decidir los proyecto en los que in-vierte sus recursos; sin embargo, la manera en la que la estructura católica maneja su labor humanitaria requiere la cooperación entre laicos y religiosos y se hace a través de las instituciones vaticanas y las iglesias locales.
“Dentro del Vaticano hay dicasterios, una organización que reúne a laicos y religiosos para colaborar en un tema, hay uno para la caridad, que reúne donaciones para las obras que lleva a cabo el papa, y el dicasterio para la formación integral, que tiene la misión de llevar la paz, la justicia; ambas dependen directamente del papa. Por otro lado, también se hace un trabajo pastoral en las diócesis y conferencias episcopales, que dependen de las iglesias sin estar supeditadas directamente del papa, y pueden hacer ciertas acciones con autonomía”, aclara el académico.
En 2023, el papa Francisco apoyó 157 proyectos caritativos en 67 países, la mayoría de ellos en África y Latinoamérica, regiones donde se proyectan sean las de un mayor número de católicos en las próximas décadas. Por otra parte, desde el inicio del conflicto en Ucrania, el gobierno ha recibido el apoyo del Óbolo papal, que ha puesto especial atención en los servicios médicos para infantes.
La figura de Francisco I
Si bien el trabajo diplomático y benéfico de la Santa Sede ha sido costumbre en la institución, la figura de Bergoglio como un soberano con miras a abrir las posiciones de una institución milenaria sin modificar sus valores centrales lo ha convertido en un ícono entre los líderes internacionales.
“El papa Francisco es un papa pastoral que busca que la iglesia vuelva a la calle a crear pastores y no príncipes de la iglesia. A nivel mundial, Francisco I tiene mucha importancia porque interpela a los católicos a acompañar los procesos de paz y es un pontífice querido en la diplomacia internacional, además de que tiene voz en sectores que incluso no son católicos, no por ser creyentes sino por la autoridad moral y la imagen que Francisco otorga”, apunta el doctor Gaytán.
El académico enfatiza que si bien el papa Francisco I es una figura progresista, durante su estadía al frente de la iglesia ha te-nido que enfrentar a los sectores más ortodoxos de la institución y, que a pesar del rostro actual del Vaticano, el progresismo del obispo de Roma no contradice los principios morales resguardados por la Santa Sede.
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