Espíritu Santo y la Iglesia. Una sinfonía de oración
1) Para saber
Se dice que la música existe para expresar las palabras que no podemos decir. Muchas veces una canción puede expresar mucho mejor lo que se siente, que decirlo solo con palabras. Aunque en la actualidad se producen mucha música y canciones, no es algo nuevo. Desde hace muchos siglos el hombre lo ha utilizado. Un ejemplo son los salmos de la Sagrada Escritura que se cantaban hace miles de años precisamente con un salterio, instrumento de cuerdas en forma de cítara. Son composiciones líricas musicales sagradas. El Papa Francisco ha querido que este año 2024 sea dedicado «a una gran “sinfonía” de oración», y esa sinfonía es el Libro de los Salmos y su compositor es el Espíritu Santo.
Siguiendo con la comparación, dice el Papa, que así como toda sinfonía tiene varios “movimientos”, también en los salmos hay varios tipos de oración: para alabarlo, agradecerle, suplicar y compartirle nuestro sufrimiento; con ellos rezamos, a veces en comunidad, otras en la intimidad. Son los cantos que el mismo Espíritu Santo ha puesto en labios de la Esposa, su Iglesia. Por ello ocupan un lugar privilegiado en la liturgia.
2) Para pensar
Johann Sebastian Bach (1685-1750) fue un compositor y músico alemán del período barroco tardío. Es considerado como uno de los más grandes compositores de la historia de la música occidental. Beethoven era un gran admirador de Bach, de hecho en cierta ocasión en la que le preguntaron si se había escrito en música algo insuperable, contestó sin pensarlo: “La suite en re mayor de Bach”. Una obra cuyo segundo tiempo “Air” es ampliamente conocido como “el aria de Bach”, que suele tocarse en las bodas. El nombre de “Bach” en alemán significa arroyo. Y Beethoven, haciendo referencia a ello, comentó: “No debería llamarse así, pues no es un “arroyo”; es el mar, todo el mar”, refiriéndose a la magnificencia de su obra.
La razón de haber hecho Bach una música que ha trascendido el tiempo y el espacio la podemos encontrar en sus propias palabras: “El único propósito y razón final de toda la música debería ser la gloria de Dios y el alivio del espíritu”.
3) Para vivir
Los salmos no son algo del pasado, se actualizan cuando los hacemos nuestra propia oración. El papa Francisco aconseja que cuando un salmo, o un versículo, nos llegue al corazón, lo conservemos y repitamos durante el día. Aunque hay salmos que reflejan una situación histórica y una mentalidad ligados a otra época, la mayoría tienen actualidad. Son oraciones “para todas las estaciones” y nos ayudan a seguir adelante. También nos ayudan a convertirnos en la voz de toda la creación, haciéndola partícipe de nuestra alabanza.
Su importancia la vemos al saber que fueron oración del mismo Jesús. Sus últimas palabras en la Cruz, son de los salmos: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46; cf. Sal 31,6). También la Virgen María, los Apóstoles y las generaciones cristianas que nos han precedido han rezado con ellos. Cuando los recitamos, Dios los escucha con esa gran “orquestación” que es la comunión de los santos. Terminó el Papa Francisco pidiéndole al Espíritu Santo que nos enseñe a orar con los salmos, que son una bella sinfonía de oración.