El bien es difusivo y es contagioso
Cada uno podemos cambiar nuestro entorno.
Por: Javier Ordovàs | Fuente: Catholic.net
Tu pequeño detalle servicial tiene un gran efecto mariposa, multiplicador.
El efecto mariposa implica que si en un sistema se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a corto o mediano plazo de tiempo.
Su nombre proviene de las frases: «el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo» (proverbio chino) o «el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo», así como también «el simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo».
Esta interrelación de causa-efecto se da en todos los eventos de la vida. Un pequeño cambio puede generar grandes resultados.
Por la red viajan muchas, muchas cosas buenas, que antes pasaban inadvertidas pero, ahora inesperadamente “se disparan” y alcanzan una difusión sorprendente. Las personas somos muy sensibles a las tragedias pero, somos todavía más sensibles, al bien, a lo bueno.
Basta con observar la infinidad de vídeos que están volando por la red, que no son más que un pequeño botón de muestra de lo mucho bueno que circula. Todos recibimos diariamente mensajes similares.
En uno de ellos, por ejemplo, se ve la historia de cómo un pequeño detalle de servicio en la calle desencadena una serie de detalles serviciales.
En el otro la acción solidaria de una joven hacia un mendigo cambia totalmente la vida de este y su familia.
Y la imaginación positiva del bien se desata en las redes.
Todos estos mensajes constructivos que nos llegan debemos darles difusión y, a la vez, nos animan a nosotros, y a los demás, a desencadenar efectos mariposa positivos en nuestro actuar cotidiano, para intentar “ahogar el mal en abundancia de bien”, como decía San Josemaría.