Francisco: una economía enferma
produce el virus de la desigualdad
VATICAN NEWS Audiencia General 26 de agosto 2020
El Papa Francisco afirmó que la desigualdad “es el fruto de un crecimiento económico injusto,
que prescinde de los valores humanos fundamentales”, y exhorta a “actuar todos juntos, en la
esperanza de generar algo diferente y mejor”.
Ciudad del Vaticano
Al comienzo de la Audiencia general del miércoles 26 de agosto, el Papa Francisco invitó, “en
este tiempo de incertidumbre y de angustia”, “a acoger el don de la esperanza que viene de
Cristo”, con la seguridad que “Él nos ayuda a navegar en las aguas turbulentas de la
enfermedad, de la muerte y de la injusticia, que no tienen la última palabra sobre nuestro
destino final”.
Desigualdad
Desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, continuado con las catequesis sobre cómo sanar el
mundo después de la crisis sanitaria, el Santo Padre subrayó que “la pandemia ha puesto de
relieve y agravado problemas sociales, sobre todo la desigualdad”, poniendo como ejemplo la
realidad de los trabajadores, los niños, e incluso de las naciones.
“Algunos pueden trabajar desde casa, mientras que para muchos otros esto es imposible.
Ciertos niños, a pesar de las dificultades, pueden seguir recibiendo una educación escolar,
mientras que para muchísimos otros esta se ha interrumpido bruscamente. Algunas naciones
poderosas pueden emitir moneda para afrontar la emergencia, mientras que para otras esto
significaría hipotecar el futuro.”
Una economía enferma
“Estos síntomas de desigualdad –continúa el Pontífice- revelan una enfermedad social; es un
virus que viene de una economía enferma”. Como subraya Papa Francisco, la desigualdad es
el fruto de un crecimiento económico injusto, que prescinde de los valores humanos
fundamentales, y que es indiferente a los daños infligidos a la casa común. “La desigualdad
social y el degrado ambiental van de la mano y tienen la misma raíz: la del pecado de querer
poseer y dominar a los hermanos y las hermanas, la naturaleza y al mismo Dios”, aseguró.
Cultivar y cuidar
Sin embargo, este no es el diseño de la creación. Como relata el libro del Génesis, “Dios nos
ha pedido dominar la tierra en su nombre, cultivándola y cuidándola como un jardín, el jardín
de todos”. Pero esta no es una “carta blanca para hacer de la tierra lo que uno quiere”, sino
que hay una relación de reciprocidad responsable entre la humanidad y la naturaleza.
Una tierra para todos
Citando el Catecismo, el Santo Padre recuerda que “la tierra nos precede y nos ha sido dada,
ha sido dada por Dios a toda la humanidad”, por tanto “es nuestro deber hacer que sus frutos
lleguen a todos, no solo a algunos”. A la luz de la Constitución pastoral Gaudium et Spes,
Papa Francisco subraya que “el hombre, al usarlos, no debe tener las cosas exteriores que
legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido
de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás”.
Destino universal de los bienes
Para asegurar que lo que poseemos lleve valor a la comunidad, es derecho y deber de la
autoridad política “regular en función del bien común el ejercicio legítimo del derecho de
propiedad”, porque “la subordinación de la propiedad privada al destino universal de los
bienes […] es una ‘regla de oro’ del comportamiento social y el primer principio de todo el
ordenamiento ético-social” expresó el Santo Padre.
Homo economicus
Las propiedades y el dinero son instrumentos que pueden servir a la misión, sin embargo “los
transformamos fácilmente en fines, individuales o colectivos” socavando los valores humanos
esenciales. De este modo, señala el Papa Francisco, “el homo sapiens se deforma y se
convierte en una especie de homo œconomicus – en un sentido peor – individualista,
calculador y dominador”.
“Cuando la obsesión por poseer y dominar excluye a millones de personas de los bienes
primarios; cuando la desigualdad económica y tecnológica es tal que lacera el tejido social; y
cuando la dependencia de un progreso material ilimitado amenaza la casa común, entonces
no podemos quedarnos mirando. No, esto es desolador.”
Un solo corazón y una sola alma
“Con la mirada fija en Jesús –continua el Pontífice- y con la certeza de que su amor obra
mediante la comunidad de sus discípulos, debemos actuar todos juntos, en la esperanza de
generar algo diferente y mejor”. Recordando las primeras comunidades cristianas, que
también vivieron tiempos difíciles, “conscientes de formar un solo corazón y una sola alma,
ponían todos sus bienes en común, testimoniando la gracia abundante de Cristo sobre ellos”,
Papa Francisco exhorta a las comunidades del siglo XXI a “recuperar esta realidad, dando así
testimonio de la Resurrección del Señor”.
Por último, aseguró que “si cuidamos los bienes que el Creador nos dona, si ponemos en
común lo que poseemos de forma que a nadie le falte, entonces realmente podremos inspirar
esperanza para regenerar un mundo más sano y más justo”.
“Pensemos en los niños. Lean las estadísticas: cuántos niños mueren hoy de hambre por una
mala distribución de la riqueza, por un sistema económico como dije antes; y cuántos niños no
tienen hoy derecho a la escuela por la misma razón. Que sea esta imagen, de niños
necesitados por el hambre y la falta de educación, la que nos ayude a entender que después
de esta crisis debemos salir mejor.”