El Papa Francisco: Inteligencia artificial y sabiduría del corazón para una comunicación
plenamente humana. Estamos llamados a crecer juntos, en humanidad y como
humanidad. El reto que tenemos es dar un salto cualitativo para estar a la altura de una
sociedad compleja, multiétnica, pluralista, multirreligiosa y multicultural. Nos
corresponde cuestionarnos sobre el desarrollo teórico y el uso práctico de estos nuevos
instrumentos de comunicación y conocimiento.
Del 19 al 25 de enero de 2024.
A la 58 jornada mundial de las comunicaciones sociales. En esta época que corre el riesgo
de ser rica en tecnología y pobre en humanidad, nuestra reflexión sólo puede partir del
corazón humano.
Sólo dotándonos de una mirada espiritual, sólo recuperando una sabiduría del corazón,
podremos leer e interpretar la novedad de nuestro tiempo y redescubrir el camino de una
comunicación plenamente humana.
El corazón, bíblicamente entendido como la sede de la libertad y de las decisiones más
importantes de la vida, es símbolo de integridad, de unidad, a la vez que evoca afectos,
deseos, sueños, y es sobre todo el lugar interior del encuentro con Dios.
La sabiduría del corazón es, pues, esa virtud que nos permite entrelazar el todo y las partes,
las decisiones y sus consecuencias, las capacidades y las fragilidades, el pasado y el futuro,
el yo y el nosotros.
Esta sabiduría del corazón se deja encontrar por quien la busca y se deja ver por quien la
ama; se anticipa a quien la desea y va en busca de quien es digno de ella (cf. Sab 6,1216).
Está con los que se dejan aconsejar (cf. Prov 13,10), con los que tienen el corazón dócil y
escuchan (cf. 1 Re 3,9).
Es un don del Espíritu Santo, que permite ver las cosas con los ojos de Dios, comprender los
vínculos, las situaciones, los acontecimientos y descubrir su sentido.
Sin esta sabiduría, la existencia se vuelve insípida, porque es precisamente la sabiduría —
cuya raíz latina sapere se relaciona con el sabor— la que da gusto a la vida. No podemos
esperar esta sabiduría de las máquinas.
Aunque el término inteligencia artificial ha suplantado al más correcto utilizado en la
literatura científica, machine learning, el uso mismo de la palabra “inteligencia” es
engañoso. Sin duda, las máquinas poseen una capacidad inconmensurablemente mayor
que los humanos para almacenar datos y correlacionarlos entre sí, pero corresponde al
hombre, y sólo a él, descifrar su significado.
No se trata, pues, de exigir que las máquinas parezcan humanas; sino más bien de despertar
al hombre de la hipnosis en la que ha caído debido a su delirio de omnipotencia, creyéndose
un sujeto totalmente autónomo y autorreferencial, separado de todo vínculo social y ajeno
a su creaturalidad.
En efecto, el hombre siempre ha experimentado que no puede bastarse a sí mismo e intenta
superar su vulnerabilidad utilizando cualquier medio… hemos llegado hoy a las máquinas
más sofisticadas que actúan como ayuda del pensamiento.
Sin embargo, cada una de estas realidades puede estar contaminada por la tentación
original de llegar a ser como Dios sin Dios (cf. Gn 3), es decir, de querer conquistar por las
propias fuerzas lo que, en cambio, debería acogerse como un don de Dios y vivirse en la
relación con los demás.
Según la orientación del corazón, todo lo que está en manos del hombre se convierte en
una oportunidad o en un peligro. Del mismo modo, toda extensión técnica del hombre
puede ser un instrumento de servicio amoroso o de dominación hostil.
Los sistemas de inteligencia artificial pueden contribuir al proceso de liberación de la
ignorancia y facilitar el intercambio de información entre pueblos y generaciones
diferentes.
Pero al mismo tiempo pueden ser instrumentos de “contaminación cognitiva”, de alteración
de la realidad a través de narrativas parcial o totalmente falsas que se creen —y se
comparten— como si fueran verdaderas.
El uso de la inteligencia artifi cial podrá contribuir positivamente en el campo de la
comunicación si no anula el papel del periodismo sobre el terreno, sino que, por el
contrario, lo respalda; si aumenta la profesionalidad de la comunicación, responsabilizando
a cada comunicador; si devuelve a cada ser humano el papel de sujeto, con capacidad
crítica.
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