Mexicanidades
Padre Nacho*
Iñaki de Loyola, los jesuitas y el Papa Francisco.
Cada día 31 de julio, recordamos a San Ignacio de Loyola ( ¿1491-1492?-1556) con mucha admiración y afecto. Evocamos su conversión espiritual, al recuperarse de las heridas de cañón que sufrió en el sitio de Pamplona en 1521, defendiendo al rey de España contra el imponente ejército invasor del rey de Francia, apoyando la sublevación de Navarra. Sabemos que en 1540, con la aprobación del Papa Julio III, fundó la Compañía de Jesús, con sus compañeros espirituales mejor conocidos como jesuitas o “amigos en el Señor” Jesús (“Amici in Dómino”, en latín). La Orden fue imaginada, en términos militares de aquella época, como “caballería ligera a las órdenes del papa”. Actualmente esto podría retraducirse como aviones de casa (“Air strikes”), indetectables ante los radares comunes ( por ejemplo los aviones ultrasónicos F-116 y F-135). Por eso ha sido tan disciplinada, perseguida, suprimida, culta e inteligente desde hace 479 años, buscando ir siempre adelante como “tropas de choque” ( “Landing troops” en sentido militar presente). Por eso y más el Padre General, Pedro Arrupe, decía con frecuencia: “No se sorprendan de que por ir tan adelante, los jesuitas se confundan algunas veces con el ejército de enfrente”.
Los primeros jesuitas llegaron a México en 1572, y decidieron atender simultáneamente a los más ricos y a los más pobres, imitando a los ejércitos que rodean al adversario en forma de pinza. Por ejemplo, al mismo tiempo que fundaban el célebre Colegio de San Ildefonso en la ciudad de México, misionaban y evangelizaban en el noroeste de la Nueva España ( Guanajuato, Nayarit, Sinaloa, Coahuila, Chihuahua, California y Arizona). Fueron los precursores de las “haciendas”, buscando la autosuficiencia de los que vivían lejos de las ciudades y también para que los recursos y ahorros mantuvieran a los colegios y becados. En las misiones como la Tarahumara predicaron el Evangelio de Jesucristo por una parte y por la otra enseñaron modos de producción avanzados de ganadería y agricultura para tener casa, vestido y sustento…¡Crearon riqueza para repartirla!… Por eso y más fueron expulsados en 1767 por la decisión injusta de Carlos III, “por razones que guardó en su real pecho”. Lamentablemente jesuitas de la altura de Francisco Xavier Clavijero sufrieron el destierro injusto. Después, en 1814, fueron reinstalados por el Papa Pío VII, en todo el horizonte cristiano católico, siendo “puente” entre la antigua y la nueva Compañía el gran jesuita, San José de Pignatelli.
En nuestra ciudad de Puebla debemos agradecerles mucho, incluyendo algunos de los mejores edificios que perduran hasta el presente: la Universidad Autónoma de nuestro Estado, el templo de la Compañía, el Edificio de Gobierno de la avenida Reforma, el de la Normal Superior ( al sureste del Paseo Bravo), el de San Javier ( que fue fortaleza en el Sitio de Puebla en 1863, Penitenciaría y sede de Los Bomberos hasta hace algunos años), y gran parte del acervo de la Biblioteca Palafoxiana. También debemos mencionar que los jesuitas fueron los iniciadores de la Educación Media y por eso son los pioneros en nuestra Angelópolis: el actual Instituto Oriente fue fundado en 1870 y es el decano de las escuelas secundarias en nuestra ciudad capital; en segundo lugar es el actual Instituto Mexicano Madero, porque inicio sus actividades docentes cuatro años más tarde, en 1874.
En el horizonte espiritual, más allá de los procesos de enseñanza-aprendizaaje, necesitamos reconocerles todavía más: los Ejercicios Ignacianos que mucho influyeron en personajes históricos como el Padre Hidalgo y Francisco Ignacio Madero González ( nacido en Parras, Coahuila, bastión jesuita hasta la fecha). Fuera de nuestro país, sabemos que Fidel Castro y Bill Clinton estudiaron en aulas jesuitas (Ideologías extremas que manifiestan la libertad de enseñanza en sus aulas, nunca jaulas)…En fin, mucho hay que seguir aprendiendo del Maestro (“Maese”) Ignacio. Como buen estratega su lema preferido fue siempre “¡A la mayor gloria de Dios!” ( Ad Maiorem Dei Gloriam, equivalente a la inscripción AMDG).
Recordemos que el actual Papa Francisco ingresó al noviciado jesuita en 1958…Es el gran modelo de la inteligencia jesuítica y de la humildad franciscana. La renovación del Jesucristo auténticamente evangélico está en marcha, superando las burocracias eclesiásticas en proceso de extinción ¡Nada más!
*José Ignacio González Molina ejerce su ministerio en Infonavit San Jorge; como historiador egresado de la Universidad Iberoamericana de la Cd. de México, la docencia en la Escuela Libre de Derecho. Pertenece desde 1993 al H. Consejo de la Crónica de la Cd. de Puebla. Difunde los martes en Radio Puebla ( antes SICOM ), 105.9 F.M., el programa “Suave Patria”, de 18 a 19 horas, enlazado con sus estaciones hermanas del Estado de Puebla. Radio, T.V. y podcast en www.puebla.mx y/o Facebook-programa-Suave-Patria.