NO TENEMOS NI IDEA DE HACIA DÓNDE VAMOS
Hace unos días volví a leer una oración que desde que la conocí hace un montón de años, me afecta, me reta, me adentra en el silencio y me invita a confiar. Me gusta leerla primero en inglés, idioma en el que fue escrita:
“My Lord God, I have no idea where I am going. I do not see the road ahead of me. I cannot know for certain where it will end. Nor do I really know myself, and the fact that I think that I am following your will does not mean that I am actually doing so. But I believe that the desire to please you does in fact please you. And I hope I have that desire in all that I am doing. I hope that I will never do anything apart from that desire. And I know that if I do this you will lead me by the right road though I may know nothing about it. Therefore will I trust you always though I may seem to be lost and in the shadow of death. I will not fear, for you are ever with me, and you will never leave me to face my perils alone”.
Y luego en mi propio idioma:
“Mi Dios y Señor, no tengo idea de hacia dónde voy. No veo el camino delante de mí. No puedo saber con certeza donde finalizará. Tampoco me conozco realmente a mí mismo y el hecho de creer que estoy siguiendo tu voluntad no significa que realmente lo esté haciendo. Pero creo que el deseo de complacerte hace, de hecho, que te complazca. Espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada lejos de este deseo. Sé que si actúo así tú me guiarás por el camino recto, aunque no puedo saber nada sobre ello. Por tanto confiaré siempre aunque pueda parecer que estoy perdido y en sombra de muerte. No temeré, tú estás siempre conmigo y nunca me dejarás solo frente a mis peligros”.
En este tiempo en el que el Sínodo nos ha puesto a revisar lo que significa Caminar Juntos, con “permiso” del autor, Thomas Merton*, me he permitido la licencia de que en esta oración suene a coro de voces o de silencio del corazón de muchos. He querido orar en plural, orar en comunidad:
Nuestro Dios y Señor, no tenemos idea de hacia dónde vamos. No vemos el camino delante de nosotros. No podemos saber con certeza donde finalizará. Tampoco nos conocemos realmente a nosotros mismos y el hecho de creer que estamos siguiendo tu voluntad no significa que realmente lo estemos haciendo. Pero creemos que el deseo de complacerte hace, de hecho, que te complazcamos. Esperamos tener este deseo en todo lo que estamos haciendo. Esperamos no hacer nunca nada lejos de este deseo. Sabemos que si actuamos así tú nos guiarás por el camino recto, aunque no podamos saber nada sobre ello. Por tanto confiaremos siempre aunque pueda parecer que estamos perdidos y en sombra de muerte. No temeremos, tú estás siempre con nosotros y nunca nos dejarás solos frente a nuestros peligros.
Creo que en el camino sinodal hemos de acompañarnos unos a otros y también, cómo no, dejarnos acompañar por los que nos antecedieron, que se nos juntan de esa otra manera a la que todos llegaremos.
Gracias, hno. Thomas Merton por dejarnos escrita esta oración. Sé que te gustará escucharla en plural comunitario.
Mari Paz López Santos
ECLESALIA
*Thomas Merton (1915-1968) monje cisterciense del monasterio de Getsemaní (Kentucky, USA); oración en el libro “Pensamientos en la soledad”.