Siguiendo al Papa
POR ANAM CARA
El Papa Francisco: A muchos jóvenes de hoy que tienen algo de inquietud y no saben qué
hacer con esa inquietud, le digo: Miren a Francisco Javier, miren el horizonte del mundo,
miren a los pueblos tan necesitados, miren a tanta gente que sufre, a tanta gente que
necesita a Jesús. Y vayan, tengan valor.
Del 12 al 18 de mayo de 2023.
Audiencia general. Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Prosiguiendo nuestro
itinerario de la catequesis con algunos modelos ejemplares de celo apostólico… hoy,
elegimos a San Francisco Javier, que es considerado, el patrón de las misiones, como Santa
Teresa del Niño Jesús. Pero un misionero es grande cuando va. Y mirando la figura de estos
hombres, de estas mujeres, aprendemos.
San Francisco Javier nace de una familia noble pero empobrecida de Navarra, en el norte
de España, en 1506. Va a estudiar a París. Allí encuentra a Ignacio de Loyola que le da
ejercicios espirituales y le cambia la vida. Y deja toda su carrera mundana para hacerse
misionero. Se hace jesuita, toma sus votos.
Luego se convierte en sacerdote, y va a evangelizar, enviado a Oriente. En aquella época los
viajes de los misioneros a Oriente… era enviarlos a mundos desconocidos. Y él va, porque
estaba lleno de celo apostólico.
Inicia así, en los tiempos modernos, el primero de un numeroso grupo de misioneros
apasionados, preparados para soportar fatigas y peligros inmensos, a alcanzar tierras y
encontrar pueblos con culturas y lenguas completamente desconocidas, impulsados sólo
por el fortísimo deseo de dar a conocer a Jesucristo y su Evangelio.
En poco más de once años realizará una obra extraordinaria. Fue misionero durante once
años más o menos. Los viajes en nave en aquella época eran durísimos, y peligrosos.
Muchos morían en el viaje por naufragios o enfermedades. Javier pasa en las naves más de
tres años y medio, un tercio de la duración de su misión.
Yendo a la India, y luego de la India a Japón. Va a evangelizar a los pobres pescadores de la
costa meridional de la India, enseñando catecismo y oraciones a los niños, bautizando y
cuidando a los enfermos. Después, durante una oración nocturna ante la tumba del apóstol
San Bartolomé, siente que debe ir más allá de la India.
Deja en buenas manos el trabajo que ya había iniciado y zarpa con valentía hacia las
Molucas, las islas más lejanas del archipiélago indonesio. Y Javier, en las Molucas, pone en
verso y en el idioma local el catecismo y enseña a cantar el catecismo, que con el canto se
aprende mejor. Por sus cartas entendemos bien cuáles eran sus sentimientos.
Escribe: «Los peligros y los sufrimientos, aceptados voluntariamente y únicamente por
amor y servicio de Dios nuestro Señor, son ricos tesoros de grandes consolaciones
espirituales«. Un día, en India, se encuentra con un japonés, que le habla de su lejano país,
donde ningún misionero europeo había ido antes. Y Francisco Javier tenía la inquietud del
apóstol, ir más lejos, más allá, y decide partir lo antes posible, y llega después de un viaje
lleno de aventuras en el junco de un chino. Los tres años en Japón son durísimos, por el
clima, las oposiciones y el desconocimiento de la lengua, pero también aquí las semillas
plantadas darán grandes frutos.
El gran soñador, Javier, en Japón entiende que el país decisivo para la misión en Asia era
otro: China, que con su cultura, su historia, su grandeza, ejercía de hecho un predominio en
toda esa parte del mundo. Por eso vuelve a Goa y poco después se embarca de nuevo
esperando poder entrar en China.
Pero su plan fracasa: Muere a las puertas de China, en una isla, la pequeña isla de Sancián.
Su intensa actividad estuvo siempre unida a la oración. Nunca abandonó la oración, porque
sabía que ahí reside la fuerza. Dondequiera que estaba, cuidaba de los enfermos, los pobres
y los niños.
No era un misionero “aristocrático”: Siempre iba con los más necesitados. El amor de Cristo
fue la fuerza que lo llevó hasta los confines más lejanos, superando fracasos, decepciones y
desánimos, más aún, dándole consuelo y alegría para seguirlo y servirlo hasta el final.
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